EL SUFRIMIENTO COMO ALIADO
Una nueva mirada sobre el malestar y su propósito
Si estás leyendo este artículo, es probable que te haya llamado la atención el título. No sería raro, incluso, que hayas tenido que leerlo dos ves. El sufrimiento como aliado. Un oxímoron en toda regla. Y más, cuando todo nuestro contexto social nos anima a responsabilizarnos de nuestra felicidad, a conectar con nuestra persona vitamina o a lograr las dosis necesarias de distintas hormonas.
¿CÓMO QUERRÍAS SER RECORDADO?
En la condición humana está el buscar un estado de bienestar de manera constante. No hay más que mirar en nuestro entorno más inmediato y hacer unas pocas preguntas: Si mañana tuvieras que “irte”, ¿Cómo querrías ser recordado? ¿A qué no podrías renunciar nunca de los diferentes elementos que hay en tu vida? Seguro que, si haces esta prueba, podrías sorprenderte de la diversidad de respuestas que puedes obtener, incluso en tu círculo más cercano. Hay quienes consideran que su bienestar reside en un trabajo exitoso (sea lo que sea esa palabra tan compleja de definir), hay quienes consideran que su bienestar reside en la salud propia y de la familia, quienes buscan viajar y conocer el mundo… vamos, casi nada.
Sé que las preguntas a las que te he enfrentado no son fáciles de responder. Es normal que haya podido haber cierta duda. Si me lo permites, vamos a dar una vuelta de tuerca a este ejercicio: ¿Cuántas veces has sentido malestar en esa área que para ti es tan importante? Puede que hayas respondido que quieres ser recordado como una persona familiar, pero… ¿Cuántas veces ha sido un come-cocos importante algún miembro o situación familiar? Quizás, tu prioridad estaba en el trabajo y tu desempeño. ¿Has sentido alguna vez que no llegabas a desarrollarte en el ámbito profesional? ¿Cómo te ha hecho sentir eso?
Desde la psicología, fruto de la inevitable comparación con la medicina, se ha tratado durante años eliminar o cambiar el sufrimiento para poder proporcionar la tan codiciada felicidad. Hemos tratado de cambiar pensamientos, fomentar el positivismo, aumentar la presencia de diferentes hormonas “de la felicidad” en el cuerpo… como si pudiéramos resumir este trabajo tan completo y complejo en una taza de Mr. Wonderfull. Y, como cabía esperar… hemos tenido que seguir estudiando por comprender mejor al ser humano.
LA GENTE SUFRE
En su libro “Terapia de aceptación y compromiso (ACT): Un tratamiento conductual orientado a los valores”, S.C. Hayes abre con una frase tan breve como contundente: la gente sufre. Una frase, a priori, lapidaria, ha resumido de manera esencial qué queremos dar a entender en este artículo. Sentir el sufrimiento es un mal necesario. Difícil de transitar, sí. Pero necesario. Hay quien podría decir que el trabajo en terapia tiene que ser todo lo contrario: prevenir esta situación. Y, hasta cierto punto, esto puede ser comprensible. Sin embargo, planteémonos por un segundo la función de este sufrimiento. Aparece cuando más alejado estoy de las respuestas que he dado en el segundo párrafo (recordemos, dentro de la variabilidad individual de cada uno de nosotros), o cuando una de esas respuestas puede verse en peligro, o cambiar. En definitiva, aparece cuando mi motivación vital y mi conducta no están yendo de la mano. Y, en ese caso, no se asemejaría a una “luz de emergencia”. ¿Acaso no es útil contar con un sistema así?
“EL QUE AVISA… NO ES TRAIDOR”
Imaginemos por un momento esa luz de emergencia en el coche. Ha saltado un problema en el motor. Nosotros, como ciudadanos responsables y humanos, escogemos ignorarla moderadamente, ya que, con suerte, esto se arreglará solo. No podemos tener tan mala suerte de que nos pase a nosotros. Y seguimos con nuestro día a día, conduciendo al trabajo, al pádel… pero la luz sigue ahí. Nosotros, que vemos que el coche sigue funcionando, dejamos correr esa señal. Quizás es que el coche es muy sensible. Seguro que no le pasa nada. Total, si la llevo al taller, seguro que me cruje el mecánico. Y seguimos funcionando. Pero, un día, nos animamos a hacer un viaje más largo. Dejamos un recorrido breve y familiar y nos embarcamos en un contexto más demandante: hay más distancia, más curvas, peores condiciones climáticas… pero vamos, que el coche tira. ¿No? Hasta que deja de tirar. En ese momento, todos miramos automáticamente a esa luz, inasequible al desaliento, a la que habíamos castigado al ostracismo. Probablemente, en ese momento, señalaremos al destino, las estrellas o nuestra mala suerte por habernos visto en esta situación. Pero, si recordamos bien, ya nos estaban avisando. Algo así es nuestro sufrimiento.
“EL SUFRIMIENTO NO ES UN ENEMIGO, ES UN GUÍA. ESCÚCHALO, COMPRÉNDELO Y DECIDE HACIA DÓNDE TE LLEVA.»
De la misma manera que la luz no es culpable de la avería, sino que solo nos señala dónde sería bueno poner el foco, el sufrimiento cumple con la misma función. Es un pequeño chivato de malestar. Y es que una de las máximas que trabajamos en Luria es que “detrás de todo dolor, hay un valor”. Sufrimos en las áreas que nos importan. Por eso distinguimos la molestia (“vaya, no me ha gustado ese comentario”), del sufrimiento (“me siento aislado de mi familia”). Cuando mi conducta, debido al motivo que sea, se aleja de lo que para mí es esencialmente valioso, el sufrimiento me señala en qué área está el malestar. Poder “dejar correr esa señal” es más que respetable. Diantres, es totalmente humano. Pero cuanto más lo haga… más me estaré alejando de mi área de valor. Pero, entonces… ¿Tenemos que buscar el sufrimiento? ¿Es este bueno? No, no. Nada más lejos de la realidad. El sufrimiento es una señal. En nuestro haber está el poder darle un espacio para escucharla. Valorarla. Y, en caso necesario, responder de manera coherente a nuestro sistema de valores y creencias. ¿Me siento aislado de mi familia? ¿Qué ha podido cambiar? ¿Cuántas veces cuido de ella de manera consciente? ¿He dejado de hacer cosas que antes sí podía hacer? Ya más adelante, quizás en petit-comité, quizás con amigos o, quizás, en el propio contexto de terapia, se puedan buscar las soluciones oportunas. Pero, sin duda, el primer paso es la toma de consciencia. Mola, ¿no?
Y tú… ¿Todavía ignoras a tu aliado más poderoso?
Psicólogo General Sanitario
Colegiado: M-36268
Gabinete Psicológico Luria Psicología
Suscríbete a nuestra newsletter y mantente al día con nuestros talleres gratuitos, novedades y recursos exclusivos para tu bienestar emocional y desarrollo personal. ¡No te lo pierdas!

«Conocimiento, método y experiencia en psicología, aplicados con profesionalidad, sencillez y calidez. «
Autorizado por la Comunidad de Madrid como Centro Especializado de Psicología Clínica
Inscrito en el Registro:CS6946