Los niños y las niñas.
Más que vulvas y penes
A propósito de la transexualidad infantil.
Nuestros niños y niñas crecen con:
Una dotación genética, unos componentes hormonales, unas estructuras cerebrales y unas características morfológicas corporales esenciales (órganos genitales) y otras secundarias. También se desarrollan dentro de una determinada cultura social y familiar, con sus valores y creencias éticas y religiosas.
Todos estos factores configuran la sexualidad de cada persona, que abarca: el sexo, el género, las identidades de sexo y género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva, el amor y la reproducción.
La sexualidad se experimenta y se manifiesta a través de: pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones, y es objeto de estudio de diversas disciplinas que se ocupan del hecho de la sexualidad humana como: la endocrinología, la psiquiatría, la medicina forense, la psicología, la ética, la sociología, la antropología y también las leyes que regulan algunos aspectos de la vida humana.
A lo largo del desarrollo, los niños y las niñas van construyendo su dimensión sexual, a través de diferentes etapas, y como fruto de los factores antes mencionados, ven cómo su cuerpo cambia y también sus sentimientos hacia ese cuerpo, hacia el otro y respecto a su rol en la sociedad, se ajusta, pero a veces (aunque no sean numerosas) no se ajusta, de ahí nace la disforia de género.
La interacción entre sexo y género es constante a lo largo de la vida de la persona. Primero se constata su sexo y se asigna su género, luego se le identifica con ellos, después se afirman y se redefinen, antes de realizarse y se vuelven a redefinir, para posteriormente reajustarse. Se podría decir que estamos ocupados toda la vida en estas tareas y si hay concordancia en ellas, no suela haber conflicto.
La disforia surge cuando no concuerda el sexo biológico, con el sentimiento de pertenencia a él. Es el desajuste psicológico derivado de la incongruencia entre el género asignado al nacer por su apariencia sexual y el sentimiento de ser hombre o mujer.
Según algunas investigaciones recientes: (Desisting and persisting gender dysphoria after childhood: a qualitative follow-up study.Steensma TD1, Biemond R, de Boer F, Cohen-Kettenis PT. Clin Child Psychol Psychiatry. 2011 Oct;16(4):499-516) y (Factors associated with desistence and persistence of childhood gender dysphoria: a quantitative follow-up study. Steensma TD1, McGuire JK, Kreukels BP, Beekman AJ, Cohen-Kettenis PT. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2013 Jun;52(6):582-90), la mayoría de niños diagnosticados con disforia de género, desisten a lo largo de la infancia y adolescencia, frente a un pequeño porcentaje que persiste en el cambio (período crucial en la pubertad, que coinciden con los cambios a nivel social, corporal y sexual).
El ser humano explora, investiga, conoce, cambia y destruye, pero también crea y se adapta. Le gustan las estrellas y las profundidades del mar, y también el misterio de sus propias necesidades e impulsos.
En nuestra época la ciencia y la tecnología facilitan trascender los límites del espacio, del tiempo, del clima y del organismo. Estamos constantemente cambiando y creando realidades.
Se han construido y se construyen ciudades robando terreno al mar, se crean canales para comunicar mares, playas artificiales, se descubren planetas y sistemas de astros.
Las enfermedades se previenen antes de nacer, la cirugía cada vez es más precisa y menos lesiva. La fertilidad se amplía tanto en edad, como en técnicas.
La genética se explora y se conoce más que el universo. El macrocosmos y el microcosmos se expanden sin parar.
Los comités de ética están trabajando, a pleno rendimiento, para redefinir criterios de moral y el debate crece cada día. La responsabilidad cada vez es más necesaria y se convierte en un valor preciado.
La disforia de género y la transexualidad son reales y hoy se abordan, sin necesidad de considerarlas como patología.
Hay que disponer y dispensar ayuda psicológica y social a los niños y las niñas que la sienten, y orientar tanto a las familias, como al colegio, para que las peculiaridades individuales no sean motivo de marginación, ni de sufrimiento. Aunque no sea una patología, produce muchas veces malestar en los menores implicados y en su entorno.
Nuestra propuesta es que el apoyo psicológico sea el primero y el fundamental, aunque los tratamientos médicos (hormonales y quirúrgicos sean necesarios más tarde). Es preciso un debate en la sociedad, con opiniones lo más científicas y probadas posibles. Antes que el decreto y las multas, se debe propiciar el conocimiento y el apoyo profesional.
Ayudemos a los niños y niñas (sean pocos o no, con uno ya sería positivo el esfuerzo), a crecer bien y satisfechos con su vida, tengan el sexo y el género que tengan, y eso no podrán hacerlo en un entorno de guerra ideológica, que usa las vulvas y los penes como banderas.
“La incapacidad para tolerar la ambigüedad es la raíz de todas las neurosis”. Sigmund Freud.
Lucila Andrés Díez
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