Prevenir el acoso
Se buscan valientes y necesitamos prudentes
A propósito del acoso escolar o de cualquier tipo de acoso, es pertinente analizar también algunas variables o ingredientes que pueden estar presentes en ese fenómeno tan actual no por novedoso, sino porque hoy se tolera menos y paradójicamente se puede favorecer más:
- Época de exhibicionismo.
La facilidad para la comunicación que nos brindan las Redes Sociales satisface sin freno la
necesidad de dar información y contar nuestra vida: los éxitos, los fracasos, las aficiones, los deseos incluso los sueños o los pensamientos más íntimos, “la tendencia de las personas a hacer pública su intimidad” (concepto acuñado por Lacan en 1958) y lo cotidiano también, en los “muros” y en las pantallas, sin el efecto de la retroalimentación inmediata que proporciona la comunicación personal cara a cara.
Exhibición sin respuesta moduladora, damos información sin percibir el escándalo, el hastío o la risa, solo hay información y datos en un solo sentido. Como mucho alguien nos responde con un “me gusta” o un corazón. A veces se inicia una cadena de críticas mordaces que se multiplican de forma inmediata, sin filtro y…llega el acoso sin piedad.
Los psicólogos tenemos que afinar nuestros métodos para estudiar la empatía mediada por las pantallas, empatizar con alguien a quien tu no ves ni te ve, solo mediante mensajes muy cortos o emoticonos. Difícil tarea.
- El concepto “líquido” de respeto y de límites
Se habla mucho de respeto pero las fronteras del concepto son difusas, se pide respeto cuando no se ejercita, se agreden audiencias con intimidades vendidas pero se pide respeto a la intimidad. Se pide a los hijos respeto y se critica impunemente a sus educadores sin información suficiente. Se pide respeto al alumno pero a veces no se le respeta en sus debilidades o en su diversidad.
Se pide respeto en la era de la injerencia, en la época de la falta de límites. Los límites tan necesarios para la emoción y para la conducta no atraviesan su mejor momento, ya que la exploración es un valor predominante, al trascender el espacio y el tiempo, la corporeidad la fecundación etc. los humanos creemos que no hay límites que nos limiten, por eso se acepta tan mal la enfermedad y la muerte o el sufrimiento y las catástrofes imprevistas.
- El “poder” es un valor
El poder exhibir las opiniones sin límite, sean del tipo que sean, nos puede llevar a realizar también actos de agresividad sin límite y de ahí al acoso hay un paso pequeño. Para que haya un acosador hace falta un insultador y un espectador cobarde que se ría o que acepte el poder del agresor, el espectador mira y admira.
También hace falta una víctima (con la aclaración de que víctimas podemos ser todos)
¿Quién no ha sido víctima de algo o de alguien? En la era de la diversidad resulta que se rechaza a los diferentes muchas veces por ignorancia o miedo; se bendicen las diferencias pero las que se producen lejos de nosotros o las que se ven en las películas o las series, esas diferencias nos gustan, las que pretenden convivir con nosotros nos gustan menos y se siguen cultivando los estereotipos acuñados por: tipo, constitución, raza, clase social, capacidades, personalidad, aficiones, ideología etc. No hace falta nombrarlos con ejemplos, todos los conocemos.
Es el “poder” ejercido por la violencia de todo tipo. Se mira y se admira a los fuertes y se menosprecia a los débiles, esto ha pasado siempre pero hoy se multiplica el efecto y las agresiones se difunden y se editan con la facilidad de un clic ¡Ojala los efectos se pudieran paliar también con otro clic!
La valentía es la solución y la prudencia es la prevención
Por eso se necesitan valientes que no tengan miedo a plantar cara a la agresión, que no tengan miedo a no admirar la agresión, que no teman denunciar la violencia.
Pero también hay que ser prudentes en la exposición en la osadía de la exhibición y cultivar la intimidad y los límites personales.
También hacen falta prudentes que tengan la suficiente valentía para analizar situaciones y condiciones antes de definir si hay o no hay acoso, una cosa son situaciones de agresividad o malos modos y otra lo que tipifica como acoso. La palabra acoso asusta a quien la dice y sobre todo al que la escucha y se dan circunstancias en las que el término no se corresponde con la realidad y de este modo se tiñe de patología la vida cotidiana, se sobredimensionan problemas que son menores o que se pueden solucionar de forma sencilla con calma y sentido común.
Valor para afrontar y prudencia para valorar, prevenir e intervenir; esta fórmula puede ser adecuada para actuar ante el acoso.
«La discreción es la mejor parte del valor».-William Shakespeare
Lucila Andrés Diez
Directora Clínica de Luria Psicología
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