Pues para ser tu primer psicodebate has dado en una diana muy importante!
Yo creo que sí es bastante frecuente que los terapeutas seamos bastante perfeccionistas y exigentes con la manera en la que trabajamos nuestros casos, y que esta manera de abordar nuestra práctica clínica se mantiene en el tiempo, por un proceso de reforzamiento negativo bastante potente. Siendo esta una característica positiva, es también cierto que «en el medio está la virtud» y, si no lo regulamos bien, se puede volver en nuestra contra. En mi caso, lo que más me cuesta gestionar son los pequeños o grandes «fracasos» terapéuticos, ya que tiendo a explicarlos a través de un estilo atribucional interno, y esta atribución no siempre es correcta o exclusiva.
En este sentido soy una firme defensora del trabajo en equipo y la supervisión de casos, que nos ayuda por un lado, en caso de que tengamos dudas o lagunas de conocimiento, pero por otro lado, no menos importante, nos centra en el objetivo y ajusta nuestra conducta a un nivel más funcional.
Parándome a pensar en tu pregunta sobre si se generaliza a otras áreas de mi vida, creo que es un rasgo de personalidad que está presente en todas ellas, pero probablemente con menos intensidad que en el ámbito laboral.
PD: yo me voy a exponer a no releer el texto antes de publicarlo 😉